El Virus Respiratorio Sincitial produce infecciones respiratorias y suele presentarse en nuestro país de forma epidémica durante el otoño e invierno. Habitualmente inicia su periodo de mayor incidencia hacia el mes de noviembre, precediendo a la epidemia causada por el virus de la gripe. Este virus es el principal causante de la bronquiolitis, una infección propia de los niños pequeños, que produce inflamación de los bronquiolos, que son las ramas más estrechas del árbol respiratorio. Hasta uno de cada tres niños padece bronquiolitis antes de cumplir los 2 años.
Entre los niños prematuros, con enfermedad pulmonar crónica o cardiopatía congénita, la probabilidad de ingresar por una infección por el VRS es de hasta el 13%. Durante el periodo epidémico muchos adultos y niños se contagian por el VRS, y en la mayoría de ellos se presenta de forma leve, como un catarro de vías altas, pero pueden transmitir el virus a los niños más pequeños y personas en riesgo de presentar las formas más graves.
El comienzo de la bronquiolitis no se diferencia de un catarro común (moco nasal claro, estornudos, fiebre), pero en los días posteriores aparece la tos cada vez más llamativa, que puede acompañarse de dificultad respiratoria (respiración más rápida y profunda), y a menudo pitidos audibles con la respiración. Es frecuente que aparezcan vómitos provocados por el esfuerzo de la tos. En los niños menores de 3 meses, especialmente si han sido prematuros, pueden aparecer pausas de apnea (paradas respiratorias).
Se han utilizado diferentes tratamientos, pero ningún medicamento ha demostrado ser efectivo. En general, las formas leves precisan únicamente lavados nasales, mantener al bebé en una posición ligeramente incorporada y ofrecerle tomas de alimento más fraccionadas (menor cantidad de forma más frecuente). Se pueden utilizar los antitérmicos habituales en caso de tener fiebre. En ocasiones, el pediatra puede hacer un tratamiento de prueba con broncodilatadores (salbutamol), pero no son una medida recomendada de forma rutinaria ya que sus beneficios no están demostrados. En los casos más graves a menudo se usa administración de oxígeno suplementario y medidas destinadas asegurar una hidratación y nutrición adecuadas. En ocasiones puede ser necesario el ingreso en unidades de cuidados intensivos pediátricos para proporcionar asistencia respiratoria.
La remisión completa del cuadro suele ser lenta, de modo que la tos puede persistir incluso hasta 3 semanas después de iniciarse el cuadro. Con frecuencia, los niños que han sufrido un primer episodio de bronquiolitis por el VRS presentan posteriormente episodios recurrentes de dificultad respiratoria y sibilancias asociados a infecciones respiratorias.
La lactancia materna tiene un papel protector muy importante para la prevención del las infecciones por el VRS y el desarrollo de formas graves de la enfermedad, por los factores inmunológicos que aporta al recién nacido y lactante, especialmente cuando ha sido prematuro, por lo que promoverla es también una forma de prevenir la bronquiolitis.
Para minimizar el impacto del VRS es esencial evitar la exposición de los niños al humo del tabaco, desde la gestación. Cualquier nivel de exposición al tabaco (incluso el olor que queda impregnado a la ropa o las manos del fumador) es nocivo para los niños. Los hijos de madres y padres fumadores tienen un mayor riesgo de bronquiolitis, de presentar cuadros más graves y de episodios recurrentes posteriores.